26 diciembre, 2009

Nueva experiencia: senderismo en el Macizo de Guguy

Con las ganas de seguir conociendo la isla mediante el senderismo, mi compañero Leo y yo nos embarcamos en una aventura emocionante. Siguiendo una ruta propuesta por José M. Quesada Medina, que comienza y acaba en la degollada de Tasartico, pasando por Montaña de Horgazales y Montaña de las Vacas en un recorrido circular, nos adentramos en el macizo de Guguy, el cual se encuentra en el oeste de Gran Canaria.

La ruta comienza, como ya se señaló, en la degollada de Tasartico, desde donde toma una vereda (algo confusa en algunos tramos) que se dirige montaña arriba hasta llegar casi a desaparecer en una barranquera bastante empinada que nos lleva hasta la degollada de la Cañada. Una vez perdimos el camino, tuvimos que subir por esta barranquera tomando siempre la mejor opción, la que nos garantizase cierta estabilidad y nos ayudara a evitar firmes resbaladizos, ya que la acusada pendiente podía jugarnos una mala pasada si nos caíamos. Nuestro primer objetivo fue alcanzar la degollada de la Cañada que se encuentra entre la cabecera de la cañada y la Hoya de Gambuesilla.

En este tramo, nosotros nos equivocamos y nos fuimos a otra degollada que está a unos pocos metros. El caso fue que luego llegamos a la degollada que nos señalaba la ruta, inconscientes aún de que habíamos estado perdidos, dando la vuelta por un peñón que tenía unas paredes prácticamente verticales. Aún así ¡por allí se podía caminar! La verdad que este tramo fue peligroso.

Peñón de paredes verticales.

A partir de aquí, cuando alcanzamos la degollada buena, encontramos un camino que discurría por la ladera oeste de la divisoria de aguas entre la Hoya de la Gambuesilla (macizo de Guguy) y el barranco de Tocodomán. Este camino se volvió algo difuso a los pocos minutos de ir por él, así que decidimos ir conectando pequeñas veredas que veíamos caminando campo a través. Llegado un momento, nos vimos obligados a subir ladera arriba hacia la cresta de la divisoria para llegar por ella a la siguiente degollada. Nos llamó la atención la abundancia y tamaño de los cardones (Euphorbia canariensis) que había en esta ladera. Una vez en este última degollada, nos sorprendieron las espléndidas vistas de La Aldea que se contemplaban desde aquel lugar. Por otro lado, un factor que se unió a nuestra marcha en ese momento fue el viento, el cual hacía peligroso avanzar por la cresta.

Ejemplar de Euphorbia canariensis.

Asombrados por la gran cantidad de escarpes por los que teníamos que caminar para continuar, decidimos seguir; aún quedaba un rato para llegar a la cima de Horgazales. Avanzamos por los citados escarpes gratamente sorprendidos al comprobar que por allí también se podía caminar. Aún así, desde el abandono de la tercera degollada en la que estuvimos (la segunda de la ruta, ya que al equivocarnos al principio estuvimos en una más) la incertidumbre y el respeto (y en ocasiones el miedo) a aquellas peligrosas laderas prácticamente verticales fue una constante hasta el lugar donde decidimos parar para hablar y reconsiderar si seguíamos o abandonábamos. Decidimos abandonar.

Laderas escarpadas y cima de Horgazales en lo alto.

La zona donde estábamos entrañaba mucho peligro y nos estábamos jugando la vida. En aquel momento pensamos que si seguíamos adelante podríamos vernos en un apuro si no encontrábamos un camino claro y relativamente estable por el que caminar.

Montaña de Las Vacas.

Tras tomar la decisión retrocedimos sobre nuestros pasos, intentando caminar exactamente por donde mismo habíamos llegado hasta allí. Alcanzamos la primera degollada (la primera de la ruta, la buena) en media hora más o menos. Yo tenía la incertidumbre de si podríamos bajar sin problemas por donde hace unas horas habíamos subido casi escalando en los últimos momentos antes de llegar arriba (barranquera por la que llegamos a la degollada de la Cañada). Afortunadamente, pudimos, y sin tener que lamentar ningún contratiempo.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¡Qué grata sorpresa encontrarte en este blog desde tu facbook! Yo subí a Horgazales y nos esquivocamos también, pasé mucho miedo, muchísimo pero al final llegamos y el paraje es precioso. Vi los círculos de piedras, el paisaje, el atardecer, las minas de obsidiana. El anochecer - Y el frío - fue como nunca en mi vida. Un sitio maravilloso.
Te agrego a mi blogroll.
www.heliodoro.wordpress.com

Un abrazo.