27 mayo, 2010

La nefasta gestión territorial amenaza ahora al Roque Nublo

El otro día pasé la noche en la Degollada Blanca, situada entre el Roque Nublo y el Risco de La Foguera, y mientras trataba de conciliar el sueño entre los sonidos de la naturaleza intentaba imaginar un teleférico llegando a aquel morro para luego pasar por encima de él hacia la Degollada del Nublo, colgado de unos antiestéticos cables. La imagen era espantosa. Cada vez Canarias está más inmersa en esa gestión disparatada del territorio, en la que todo lo supuestamente rentable a primera vista, vale, vendiendo a cualquier precio la conservación medioambiental, el sentir de la sociedad y la imagen de las Islas, entre otras cosas. Así ha ocurrido con la sorprendente y frustrante aprobación del nuevo catálogo de especies protegidas.

La primera noticia que tuve sobre el proyecto del teleférico de Tejeda me causó una impresión de incredulidad. Simplemente consideré que su implantación era imposible, y que sufriría un fuerte rechazo. Sin embargo, al ir pasando el tiempo he ido comprobando, atónito, que aquella idea que parecía inofensiva hace unos meses, por ser absolutamente surrealista, está hoy apoyada por los empresarios y la clase política.

No obstante, los argumentos que se lanzan a favor de este proyecto no resultan ni coherentes ni convincentes.

Por un lado, el ingeniero de este proyecto señala que la infraestructura se impulsaría para evitar el éxodo de vecinos del municipio de Tejeda. Esta idea es absurda, ya que el teleférico solo generaría un número determinado de puestos de trabajo, más bien pocos, y una afluencia “anormal” de turistas, con lo que quizá algunos comercios vean aumentados sus beneficios. Es evidente que con esto el éxodo continuaría. Este argumento del ingeniero parece estar dirigido a despistar a la sociedad y darle otra lectura al planteamiento de este proyecto, que cuando uno se para a pensarla es totalmente ilógica.

Por otro lado, se encuentran los políticos ¡cómo no! Estos empezaron “dudando” sobre si apoyar o no el proyecto. A nivel general, decían que tendrían que hacerse estudios de viabilidad antes de impulsarlo. Pues bien, ya el Partido Popular (a nivel insular) ha hecho público su apoyo, al igual que la alcaldesa de Tejeda y el presidente del gobierno canario, Paulino Rivero, quien puede tener problemas con el rechazo expresado por los Jóvenes Nacionalistas de Coalición Canaria de Gran Canaria al teleférico.

Por último, la FEHT (Federación de Empresarios de Hostelería y Turismo) anda diciendo que el teleférico será un nuevo “icono turístico” capaz de atraer miles de turistas al interior de la isla... y ahora, pregunto yo ¿a qué tipo de turistas quieren atraer? ¿a aquellos que valoran este tipo de artilugios que degradan el medio ambiente? Mal vamos con el fomento de ese tipo de turismo, ya que solo serviría para justificar este mayúsculo disparate y potenciar este tipo de intervenciones en zonas de alto valor ecológico. Y otra cuestión: ¿enserio creen que un teleférico puede llegar a convertirse en un icono turístico? Esta isla tiene muchos recursos que, sin tener que acudir a la implantación de este tipo de infraestructuras, podrían funcionar como iconos turísticos si se gestionan correctamente (el propio Roque Nublo, el Roque Bentayga, la Caldera de Tejeda, el Pinar de Tamadaba, el Barranco de La Virgen, la Finca de Tirma, etc.).

Con todo, se hace patente que hay muchas maneras de “invitar” a los turistas a visitar el interior de la isla llevando a cabo propuestas sensatas y sostenibles. Esto se podría hacer mediante el impulso de la “cultura del campo” existente en esos lugares, la mejora y promoción de la red de senderos en toda esa zona, la organización de actividades en la naturaleza, la potenciación del sector agrario, etc... Todo esto, que es más barato que construir un teleférico, es sostenible y va en pro de una mejora en la calidad de vida de los habitantes de las cumbres de la isla y de la calidad del producto turístico que se está ofreciendo. Además, de esta manera se potenciaría la singularidad de la zona.

Como se podrá comprobar, la construcción de un teleférico sería seguir caminando hacia adelante con los ojos cerrados, con una gestión que no tiene ni pies ni cabeza (esto hace mucho tiempo que se da), e ir en contra de la conservación de la isla, de los que sentimos y amamos a esta tierra. También supondría una degradación cultural, en cuanto a que se dañaría un paisaje muy singular de esta isla, el cual es producto de la cultura de las gentes que lo han habitado. En definitiva, apoyar la construcción de este teleférico es ir en contra de Gran Canaria; al igual que considerarlo un icono turístico es un disparate mayúsculo.